RECAMBIO VALVULAR. PRÓTESIS VALVULAR CARDIACA.

Las válvulas cardiacas permiten el flujo de la sangre en una única dirección. Cuando una válvula se deteriora ya sea por la edad, por una infección, o por tratarse de una válvula afectada por una malformación, se pueden producir tres situaciones: la válvula no abre bien, no cierra bien, o ni abre ni cierra correctamente. Cuando el mal funcionamiento de la válvula causa síntomas, insuficiencia cardiaca, puede ser necesario cambiarla por una nueva, una prótesis.

 

La válvula que con mayor frecuencia necesita recambio es la aórtica. Existen dos tipos básicos: biológica (de origen bovino, porcino, homoinjertos o autoinjerto de arteria pulmonar y de pericardio autólogo) y mecánicas de discos basculantes (las antiguas monodisco, y las de bola ya no se fabrican).

 

Prótesis mecánicas. Las válvulas protésicas mecánicas se fabrican en carbono y titanio. Son muy duraderas, pero presentan ciertas desventajas: un estudio de seguimiento durante 15 años mostró que un 20% de pacientes fallecieron o precisaron reintervención y recambio de la válvula por infección de la misma. Debido a su naturaleza mecánica tienden a trombosarse, y su implante implica la anticoagulación del paciente para evitar la formación de un trombo que bloquee la prótesis o cause una embolia. En el mismo estudio de seguimiento, durante los 15 años, sólo un 42% de los pacientes no presentaron una de estas complicaciones. El riesgo anual de trombosis o sangrado se reduce a la mitad en los pacientes portadores de prótesis biológicas.

 

Prótesis biológicas. Similares en el material de fabricación y en su mecanismo de funcionamiento a las propias prótesis humanas, presentan menor tendencia a trombosarse no precisando de anticoagulación siendo su punto débil la durabilidad. La durabilidad depende de diversos factores, siendo el principal determinante la edad del propio paciente. Se estima que un paciente menor de 50 años precisará reintervención para cambiar la válvula a los 15 años en un 50% de casos, siendo necesaria la reintervención en un 20% de casos cuando se implanta en pacientes entre 50 y 70 años y sólo de un 10% cuando se implanta en mayores de 70 años.

 

Selección del tipo de prótesis. En la mayoría de casos se optará por una prótesis mecánica en pacientes menores de 65 años y pacientes que precisan anticoagulación y por una prótesis biológica en pacientes mayores de 65 años. Entre los 60 y los 65 años la tendencia actual creciente es el implante de una válvula biológica. El cirujano tratará las diferentes opciones en la visita preoperatoria aconsejando un tipo de prótesis y dejando cierto margen de elección al paciente. Algunos pacientes jóvenes por ejemplo mujeres en edad fértil y otro pacientes que por su estilo de vida no deseen la anticoagulación y acepten la probable necesidad de reintervención se decidirán por una prótesis biológica. En otros casos no existirá posibilidad de elección por la contraindicación de anticoagulación indicándose el implante de una prótesis biológica.

 

Existe un procedimiento especial que consiste en reemplazar la válvula aórtica por la válvula pulmonar propia (autoinjerto) y sustituir la válvula pulmonar por un injerto congelado procedente de un donante humano (homoinjerto). Esta intervención se conoce como Procedimiento de Ross. Se emplea normalmente en niños y en pacientes menores de 40 años por su capacidad de crecer, su mayor durabilidad (reintervención de un 6% a los 13 años) y no precisar de anticoagulación. Es un procedimiento técnicamente difícil, el homoinjerto tiene tendencia a deteriorarse y se desconoce la evolución de estos pacientes más allá de 20 años tras la intervención.

 

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